sábado, 18 de abril de 2009

las haciendas virreinales

Haciendas
En forma progresiva, la hacienda colonial fue imponiéndose como forma principal de propiedad en el campo. En el concepto hacienda se incluye 15
tanto unidades grandes como también medianas, mientras que las uni-dades pequeñas son llamadas chacras.
La hacienda colonial en manos de españoles o criollos se opuso a la co-munidad, que proseguía en poder de los indígenas. La comunidad había sido instaurada por Toledo para la organización de la población indígena y mantuvo sus tierras a cambio del pago de tributos.
Esta hacienda nació de las llamadas “composiciones de tierras”, como se denominaba a subastas que periódicamente organizaba el Estado colo-nial para transferir a manos privadas tierras que anteriormente habían estado en poder de indígenas. El pretexto para las composiciones era el mismo descenso de la población, que dejaba tierra libre y permitía la subasta.
Las regiones más conectadas al mercado fueron las primeras donde predominaron las haciendas. Alrededor de Huamanga, por ejemplo, rá-pidamente se extendió un anillo de haciendas productoras de bienes comercializados en la misma ciudad, entre los que destaca el trigo. El complejo panadería hacienda triguera pronto fue uno de los ejes de ac-tividad social y económica que caracterizaron la vida urbana colonial.
La mano de obra de las haciendas surgió de la misma población andina. Una parte de los tributarios preferían pasar a la condición de yanaconas y trabajar en alguna hacienda para un español antes que continuar so-portando la pesada carga del tributo. Los hacendados estaban muy inte-resados en fijar mano de obra en sus propiedades, porque los trabaja-dores valorizaban la propiedad, que más valía por el número de sus peones residentes que por la cantidad de hectáreas que pudiera abarcar.
A fines del siglo XVIII, el intendente informaba que en las zonas de Huanta, Anco y Chungui de la provincia de La Mar habían más de ochocientas haciendas de cocales; mientras que en sobre el Pampas y el Andahuaylas habían al-gunas pocas, pero muy ricas haciendas azucareras; también confirmaba que en las zonas altoandinas de Lucanas y Chocorbos la comunidad campesina había resistido mejor y contenido la expansión de las hacien-das. No obstante la persistencia de la comunidad en zonas de altura; en realidad, toda gran propiedad terrateniente incluía tierras a diversas al-turas, en búsqueda del ideal de combinar cultivos con pastos y ganade-ría.

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